SE FUE UN CAPITAN
Charles
Journet en su obra hablando de Jaques Maritain dice: “Es también ley
estadística que los descubrimientos difíciles, de los que el crecimiento de la
historia tiene suma necesidad, raramente se hacen sin el auxilio de las
energías del error y de la calamidad. Las purificaciones que todo lo habrían
salvado se producen cuando todo ha sido destruido y comienza a florecer de
nuevo. Esta es la historia del mundo. Los mundos que se han levantado con el
heroísmo terminan en la fatiga, para que vengan a su vez nuevos heroísmos y
nuevos sufrimientos que harán surgir otros mundos. La historia humana crece
así, pues no es un proceso de repetición, sino de expansión y de progreso,
crece como una esfera en expansión, …”.
Digo yo,
entonces, que este difícil trance nos abre esperanzas de nuevas propuestas,
otros vientos, que tratarán de seguir la huella trazada por el hombre que nos
acaba de dejar. Parecería que es inevitable que alguien se destruya para
inmediatamente comenzar a florecer de nuevo, pero no es más que un espejismo:
morir es bueno porque es pasar a la Eternidad.
“Capitanes
de nuevas conquistas
nos vincula un eterno fervor,
con la vista en idéntica estrella
y en los labios el
mismo clamor.”
Reza una de
las estrofas del himno de la gloriosa Universidad Pontificia Bolivariana, uno
de los grandes amores del Dr. Carlos Aníbal Restrepo Saldarriaga. Egresado de
su facultad de Derecho en 1955, profesor, asesor permanente y amigo personal
del gran Rector de esa universidad, Monseñor Félix Henao Botero. Le dolía cuando
veía equivocaciones en su Alma Mater, y gozaba cuando veía que aun había
semilla que siempre haría renacer a esa gran universidad nacida del conflicto
político entre el conservatismo y el liberalismo laicizante de 1.936. Fue un
Bolivariano a carta cabal y un verdadero Capitán de ese ente universitario;
tenía él, lo que llamamos el talante bolivariano en toda su extensión: Cristo y
Bolívar fueron su alfa y omega.
Su paso por
el sector público y privado fue ejemplar: en las empresas que dirigió y asesoró,
orientó con maestría y con justicia las relaciones entre los patronos con sus
trabajadores y sindicatos. Entre ellas puedo mencionar al Instituto de Seguros
Sociales, la Nacional de Chocolates, las empresas del Grupo Mundial
(especialmente Pintuco), Cervunión, Fabricato, Comfama, entre muchas.
En la Rama
Judicial, desde cuando fue Juez de la República, hasta llegar al más alto cargo
como Magistrado en el Consejo de Estado, se destacó con su pulcritud,
honorabilidad y sentido de la justicia. Entre sus grandes amigos de ese
organismo, mencionaba con frecuencia a Nemesio Camacho Rodríguez, Samuel Arango
Reyes, Juan Hernández.
A su
Despacho de abogado concurrían empresarios y gentes de todas las condiciones
sociales e ideológicas: sindicalistas, trabajadores, profesionales, amas de
casa, empresarios, ganaderos, con toda clase de inquietudes y problemas, a
quienes orientó y asesoró con maestría, con pundonor, y por sobre todo, con una
gran sentido de la justicia y la oportunidad.
El Colegio
de Abogados de Medellín lo distinguió como Jurista Destacado.
A pesar de
haber sabido del Dr. Carlos Aníbal Restrepo Saldarriaga, primero por
referencias de sus alumnos de la Bolivariana, tuve el honor de conocerlo
personalmente cuando yo trabajaba en Cervecería Unión y me llamó para
solucionar una dificultad con un exfuncionario de esa entidad. Desde ese
momento, hace 25 años, nunca dejé de estar cerca de ese gran hombre,
distinguido jurista y maravilloso consejero.
En el año
de 1994 estuve muy cerca del Dr. Carlos Aníbal Restrepo Saldarriaga porque
acudimos a su asesoría jurídica para atender los graves problemas sindicales y
laborales que tuvo que afrontar las Empresas Varias de Medellín. Durante todo
ese año trabajamos codo a codo y pude constatar, una vez más, su tino, su
prudencia, su sentido de la justicia y del derecho, y su visión, porque Carlos
Aníbal Restrepo Saldarriaga reunió, dentro de sí: el sentido del jurista, la
agudeza de la oportunidad y la visión empresarial.
Desde
diciembre de 1.994 hasta diciembre del 2013 no volvimos a separarnos: formamos,
junto con el Dr. Jesús Vallejo Mejía y la Dra. Clara Alicia Restrepo Vélez (su
maravillosa y distinguida hija), un profesional y excelente buffette. 20 años
íbamos a cumplir. Desde ese 1.994 hasta el último día que fué a la oficina, hará
cosa de cuatro semanas, todos los días, invariablemente a las 8.30 am,
comenzaba una tertulia de 45 minutos para analizar los hechos del día a día: la
política internacional, nacional y local; las anécdotas; la historia de
Antioquia, de Colombia y del mundo; situaciones coyunturales profesionales; los
hechos empresariales; la Bolivariana que no podía faltar en el orden del día;
la Justicia etc… porque el Dr. Carlos Aníbal Restrepo tenía algo que no tenía
nadie: ¡información! y como dice el antiguo adagio: “Quien tiene información
tiene poder”. Eso era el Dr. Carlos Aníbal Restrepo Saldarriaga: un cántaro de
información inagotable, es decir, una verdadera fuente del saber. Por eso
siempre decía: “El ser humano tiene dos oídos y una boca, para escuchar mucho y
hablar la mitad”. Se aplicaba en estas deliciosas tertulias diarias lo que dice
Platón en su República cuando Sócrates se encuentra con Céfalo en el Pireo y le
dice: “Por cierto, Céfalo, que me es grato dialogar con los más ancianos, pues
me parece necesario enterarme por ellos, como gente que ya ha avanzado por un
camino que también nosotros tal vez debamos recorrer, si es un camino escabroso
o difícil, o bien fácil y transitable.”
Una de las
grandes virtudes, entre muchas otras, que pude constatar en el Dr. Carlos
Aníbal Restrepo Saldarriaga, era su agudeza, su inmediata y clara percepción de
las cosas, los alcances de éstas, los últimos fines de las actuaciones y las
decisiones; era el Dr. Carlos Aníbal como un prestidigitador, un mago de lo que
podría pasar si ocurría esto o lo otro, era un visionario. De un plumazo sabía
cómo actuar y en qué momento hacerlo; cuándo hablar y cuándo callar, aunque
siempre prefirió esto último. El absorbía datos, era una esponja maravillosa
que rápidamente mezclaba informaciones con experiencia, y cuando necesitaba
tiempo, lo pedía: “Dejame consultar con mi almohada”, “Dejame pensar esta
noche”. Siempre he tenido la duda del papel que podía desempeñar en todo eso su
esposa y compañera: Doña Alicia.
En política,
era un conservador de veras, un laureanista convencido, le encantaba volver a
leer y escuchar los célebres discursos de este gran jefe conservador. Siempre
al tanto de su Partido, vió, entristecido, como ese otrora gran Partido
Conservador se diluía en manos de quienes no supieron llevar el timón que les
dejaron los Gómez, los Ospina, los Alzate, los Restrepo, los Caro, los
Leopardos.
Son tantas
las enseñanzas, el ejemplo, el legado que nos deja el Dr. Carlos Aníbal
Restrepo Saldarriaga de una vida vivida con total intensidad, minuto a minuto,
que él no morirá, vivirá eternamente en nuestra memoria para gloria de esta
maravillosa tierra antioqueña donde deja su semilla. Se me asemeja esa
perennidad que nos deja, al relato que nos hace Cervantes en El Quijote
hablando con Sancho, cabalgando, después de una de sus múltiples aventuras,
dónde aquel le habla a éste del bálsamo de Fierabrás:
“Es un
bálsamo, respondió Don Quijote, de quien tengo la receta en la memoria, con el
cual no hay que tener temor a la muerte ni hay pensar morir de ferida alguna. Y
así, cuando yo le haga y te le dé, no tienes mas que hacer sino que cuando
vieres que en alguna batalla me han partido por medio del cuerpo (como muchas
veces suele acontecer), bonitamente la parte del cuerpo que hubiere caído en el
suelo, y con mucha sutileza, antes que la sangre se hiele, la pondrás sobre la
otra mitad que quedare en la silla, advirtiendo de encajalla igualmente y al
justo. Luego me darás a beber solos dos tragos del bálsamo que he dicho, y verasme
quedar más sano que una manzana.”
La herencia
que recibimos todos aquellos que hemos estado cerca del Dr. Carlos Aníbal
Restrepo Saldarriaga es igual a ese bálsamo de Fierabrás, de manera que ésta
pérdida que hoy estamos lamentando, renacerá a través de su viva memoria todos
los días; de manera tal que, hoy, estamos bebiendo ese bálsamo de Fierabrás
para mañana comenzar a hacer todo lo que nos enseñó este Grande que nos deja.
A su esposa
Alicia, a sus hijos Gloria, María Teresa, Clara Alicia (su inseparable
compañera durante su ejercicio profesional), Alvaro, Andrés y Anita; a sus
nueras Martha y Luz maría, a sus yernos: Víctor, Gabriel Jaime y Jorge, a sus numerosos
nietos, nuestro más sentido pésame por tan irreparable pérdida; pero más, a
nuestro querido suelo antioqueño que ha perdido a uno de sus más connotados y
egregios capitanes que han señalado el rumbo y han despejado la trocha.
Deseo recordar
en este importante momento, para dar el postrer adiós al maestro, al amigo, al
Jefe, al Señor, un aparte de la célebre oración fúnebre de Pericles cuando
enterraba Atenas a sus muertos después de la guerra del Peloponeso:
“…contemplando de hecho cada día el poderío de la ciudad
y enamorándose de él, y cuando les parezca que es inmenso, piensen que todo
ello lo adquirieron unos hombres osados y que conocían su deber, y que actuaron
con pundonor en el momento de la acción; y que si fracasaban al intentar algo
no se creían con derecho a privar a la ciudad de su innata audacia, por lo que
le brindaron su más bello tributo: dieron, en efecto, su vida por la comunidad,
cosechando en particular una alabanza imperecedera y la más célebre tumba: no
sólo el lugar en que yacen, sino aquella otra en la que por siempre les
sobrevive su gloria en cualquier ocasión que se presente, de dicho o de hecho.
Porque de los hombres ilustres tumba es la tierra toda, y no sólo la señala una
inscripción sepulcral en su ciudad, sino que incluso en los países extraños
pervive el recuerdo que, aun no escrito, está grabado en el alma de cada uno
más que en algo material.”
Eso fue el Dr. Carlos Aníbal Restrepo Saldarriaga: un
hombre osado, que conocía su deber, que actuó con pundonor en el momento de la
acción, y que si fracasaba al intentar algo no se creía con derecho de privar a
su Antioquia de su innata audacia, por lo que dio su más bello tributo, dio su
vida por la comunidad y cosechó por ello una alabanza imperecedera.
Fue Carlos Aníbal Restrepo Saldarriaga un Cristiano a
plenitud, da fé de ello su familia, su unidad, en él renacieron los patriarcas;
por ello puedo afirmar que está en el Cenit de su Gloria, y siguiendo a Pascal:
“Grandeza, miseria.
A medida que se tiene más luz, se descubre más grandeza y
más bajeza en el hombre.
La mayoría de los hombres.
Los que son más elevados.
Los filósofos.
Sorprenden a la mayoría de los hombres.
Los cristianos, sorprenden a los filósofos.
¿Quién se extrañará, pues, al ver que la religión no hace
más que conocer a fondo lo que se reconoce tanto más, cuanta más luz se tiene?”
A éste
Cristiano Capitán que nos dirigió, al Dr. Carlos Aníbal Restrepo Saldarriaga,
hay que recordarle a Withman:
“Oh!
Capitán, mi Capitán:
Nuestro
azaroso viaje ha terminado”
Se ha ido
uno de los grandes de Antioquia. ¡Paz en su tumba!
JULIO ENRIQUE GONZALEZ VILLA
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