La Paz de Vichy
Francia, la gran Francia de Carlomagno, de Luis
XIV, de Richelieu, de Francisco I, de Enrique IV, de Napoleón, de Clemenceau,
de Turena, de Foch, sucumbió ante el fascismo de Mussolini y el Nacional
Socialismo de Hitler.
Francia estaba cansada de la guerra y de los
miles de muertos que había puesto en todas sus guerras, desde Carlomagno hasta
la segunda guerra mundial. La paz estaba por encima de cualquier valor, ese era
el comienzo de una nueva era.
Cuando Hitler invade Francia el 3 de junio de
1940 y se produce la primera incursión aérea sobre Paris, tiembla el pueblo
francés ante la masacre de civiles ametrallados por la Luftwaffe. La vida de
cientos de franceses es más importante que cualquier espíritu de halcón de la
guerra.
Para Paul Reynoud, Presidente del Consejo
Francés, Philippe Pétain, héroe de la primera guerra mundial y ahora un anciano
que vivía bajo sus pasados laureles, y el general Weygand, Paris tenía que ser
conservada para la posteridad. No más destrucción, no más violencia, no más
odio entre pueblos que nacieron para vivir juntos y en paz.
Ante el ruego de Churchill a Francia de no
rendirse, Weygand sólo vaticinó lo que debería suceder: “a Inglaterra le
retorcerían el cuello como a una gallina”. El 14 de junio de 1940 Alemania
desfila debajo del arco del triunfo francés. En plena plaza de la Concordia,
donde Francia castigó orgullosa las monarquías usurpadoras de los derechos humanos,
aterrizaron aviones alemanes.
Cae Paris, Orleans, Metz, a lo cual Pétain sólo
manifiesta: “debemos cesar en la lucha”, negándose a continuar en ella a pedido
de Inglaterra. “He preguntado a nuestro adversario si está dispuesto a firmar
con nosotros, como se hace entre soldados
después de la lucha y poniendo a salvo el honor, un documento que ponga
fin a las hostilidades.”
Vino entonces la paz ansiada por el pueblo
francés: la humillación de Compiègne el 11 de noviembre de 1918 y la paz de
Vichy, el colaboracionismo, la humillación, todo por la paz: “Bajo el punto de
vista psicológico, los franceses estaban agotados, hastiados y desmoralizados;
sólo querían que los dejasen en paz. Se había esfumado el ardor militar de los
tiempos de la Revolución, de la Francia napoleónica o de la Francia de la Gran
Guerra. Una generación de escritores franceses, había conseguido difundir entre
vastos sectores de la población, la tesis de que el pacifismo era el único
camino digno para una nación civilizada.” (Luis L. Snyder; La Guerra 1939-1945;
Pensamiento e Historia; Ediciones m.r.; pag. 144)
Hoy esa época está borrada de la conciencia
francesa. Quienes escribieron, lucharon, propugnaron, exigieron, firmaron, y
defendieron esa paz, la paz de Vichy, hoy no son recordados, son olvidados, son
tildados por cobardes, colaboracionistas y no son parte de la historia de
Francia. Sólo es recordado Charles De Gaulle, quien sólo, pidió un micrófono, y
desobedeciendo a toda la institucionalidad francesa, a su País, gritó: “Yo soy
Francia”, y ese grito, esa desobediencia, ese llamado a la lucha contra la
injusticia, contra la humillación, contra esa paz, salvó el honor francés.
¿Esa paz de Vichy es la que queremos en
Colombia?
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