EL BASILISCO
Según afirma Thomas J. Williford en su
libro “Laureano Gómez y los Masones”, y Mario Arango Jaramillo en su libro “Masonería
y Partido Liberal”, dentro del partido Liberal colombiano han existido muchas
figuras que fueron masones: Ezequiel Rojas (fundador del partido liberal el 16
de julio de 1.848), José Hilario López (Presidente de la República del 49 al
53), José María Obando (Presidente en 1.853), José María Melo (Presidente en
1.854), Francisco Javier Zaldúa, Manuel Murillo Toro (Presidentes durante los
llamados Estados Unidos de Colombia), Rafael Uribe Uribe (caudillo en la guerra
de los Mil Días), Benjamín Herrera, Germán Arciniegas (ministro de educación
del gobierno de Eduardo Santos), Antonio Rocha (ministro de Eduardo Santos), Darío
Echandía (ministro de Alfonso López Pumarejo, Embajador, Designado,
Representante, Senador, Diputado, candidato a la Presidencia), Eduardo Santos
(Director propietario del diario liberal El Tiempo y Presidente de la
República), Luis Cano (Director propietario del diario liberal El Espectador),
Alberto Lleras Camargo (Director del periódico El Liberal y Presidente de la
República en dos oportunidades), Alejandro Galvis Galvis (Director y
propietario del periódico Vanguardia Liberal en Santander), Plinio Mendoza
Neira (Ministro del gobierno de Alfonso López Pumarejo), Adán Arriaga Andrade
(Ministro de López Pumarejo y de Lleras Camargo), Horacio Serpa Uribe (ministro
de Samper), entre otros muchos. Otros liberales como Carlos Lleras Restrepo,
Jorge Eliecer Gaitán y Alfonso López Pumarejo no fueron masones.
El comunismo, que exige como primer paso
el socialismo, y que advierte que la religión es el opio del pueblo, tiene un
gran auge a partir de la declaración del manifiesto comunista de Marx y de Engels
en 1.848, de manera que el tiempo subsiguiente es el del imperio socialista
laicizante que se propone por todos los medios de lucha acabar con la
influencia religiosa dentro de las naciones; es la época de Fourier, Cabet,
Proudhon, Saint Simon, Blanc. La masonería comenzó un ataque sistemático contra
la Iglesia Católica, socavando la autoridad del Romano Pontífice, marginando a
la Iglesia de todo influjo en la educación, desmontando al matrimonio de su
dignidad de sacramento y su carácter divino como una institución fundamental y
dejándolo como un simple contrato que pudiese resciliarse con la mera voluntad
de los contratantes. Todo esto obliga al Papa León XIII en su encíclica Humanum
Genus en 1884 a descubrir y defender al mundo Católico de la masonería, y
cuestionarla como sociedad secreta.
Ante el laicismo arrasador de toda
influencia religiosa en las naciones surge la fundación en Colombia del partido
Conservador elaborándose sus principios en 1.849 por Mariano Ospina Rodríguez y
José Eusebio Caro. Nada más claro para entender las relaciones entre
liberalismo y masonería que éste párrafo de Gonzalo Restrepo Jaramillo en su
obra El Pensamiento Conservador donde establece que la diferencia esencial
entre conservatismo y liberalismo es la cuestión religiosa: “Esta diferencia
religiosa se manifiesta principalmente en cuatro puntos: Relaciones entre la
Iglesia y el Estado, matrimonio civil, divorcio e instrucción pública. El
liberalismo pretende la supremacía del poder civil, mientras que los conservadores
defendemos la independencia recíproca de los dos poderes en sus respectivas
esferas, pero afirmamos al mismo tiempo la obligación del Estado de respetar el
dogma en la legislación y en la práctica, al menos en cuanto ese dogma sale del
terreno de la conciencia para ejercer influjo en la vida social. El liberalismo
pretende substituir el matrimonio católico como fuente del derecho familiar y
de las relaciones de legitimidad por el simple contrato ante funcionarios,
mientras que los conservadores atribuimos al sacramento la plenitud de sus efectos ante la ley civil;
los liberales defienden el divorcio como capaz de suprimir o disolver el
vínculo, en tanto que nosotros no admitimos sino la separación de cuerpos y de bienes;
nuestros adversarios pretenden una instrucción pública neutral, mientras que
los conservadores proclamamos la enseñanza católica en las escuelas y colegios.
Como consecuencia de las pugnas enunciadas, el liberalismo mira con especial
antipatía el Concordato que consagra las tesis conservadoras y su denuncio o su
reforma figura en las plataformas del partido.”
Don Juan Donoso Cortés
comienza su obra “Ensayo sobre El Catolicismo, el liberalismo y el Socialismo”,
publicada en 1.851, con este párrafo que destruye toda posibilidad de un Estado
sin religión: “MR. Proudhon ha escrito, en sus Confesiones de un
revolucionario, estas notables palabras: «Es cosa que admira el ver de qué
manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la
teología.». Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de Mr.
Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que
contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y
abarca todas cosas.”
Ante la división religiosa auspiciada por
el socialismo entrante que se comprometió con acabar con todo y establecer las
bases de un nuevo país, influenciado este socialismo con la caída de Luis
Felipe de Orleáns en el trono de Francia en 1848, surge el partido Conservador
colombiano en las siguientes palabras de los periódicos El Nacional y La
Civilización, según afirman los historiadores Henao y Arrubla: “Los
conservadores forman, un partido sosegado y reflexivo que estima en más los
resultados de la experiencia que las conclusiones especulativas de la teoría, y
por consiguiente, poco o nada dispuesto a los arranques de entusiasmo.”
Los masones se han sentido orgullosos de
ser partícipes centrales de la época de la Ilustración e independencia
americana y se han jactado de que hombres como Diderot, D’Alembert, Helvetius,
Voltaire, Dantón, Robespierre, Talleyrand, Napoleón, Federico II de Prusia,
Franklin, Lafayette, Washington, Monroe, Miranda, San Martín, O’Higgins, Nariño,
Tomás Cipriano de Mosquera, Francisco Antonio Zea, Santander, Córdoba, Joaquín
Mosquera, Herrán, Márquez, Aranzazu, José Manuel Restrepo, y Bolívar, hayan
sido masones. Bolívar, según Mario Arango Jaramillo en su obra Masonería y
Partido Liberal, fue grado 33, el máximo grado para un masón. Pero en el Diario
de Bucaramanga, Luis Perú De La Croix, documento que recoge los tiempos de la
Convención de Ocaña, citó textualmente los siguientes juicios de Bolívar el 11
de mayo de 1.828:
“Poca gana tenía el Libertador de ir a dormir, y continuó conversando.
Habló de la masonería, diciendo que también él había tenido la curiosidad de
hacerse iniciar para ver de cerca lo que eran aquellos misterios, y que en
París se había recibido de Maestro, pero que aquel grado le había bastado para
juzgar lo ridículo de aquella antigua asociación; que en las Logias había
encontrado algunos hombres de mérito, bastantes fanáticos, muchos embusteros y
muchos más tontos burlados; que todos los masones se asemejan a los niños
grandes jugando con señas, morisquetas, palabras hebraicas, cintas y cordones;
que, sin embargo, la política y los intrigantes pueden sacar partido de aquella
sociedad secreta; pero que en el estado de civilización de Colombia, de
fanatismo y de preocupaciones religiosas, no era político valerse de la
masonería, porque para hacerse él de algunos partidarios en las Logias se
hubiera atraído el odio y la censura de toda la Nación, movida entonces contra
él por el clero y los frailes que habrían aprovechado aquel pretexto; que, por
lo mismo, poco podía hacerle ganar la masonería, y mucho perder en la opinión.”
De este cuadro bolivariano, de un masón 33, se descubre lo mucho de
parafernalia y charlatanería que hay dentro de la masonería. No puede olvidarse
que la masonería es una sociedad secreta y éstas fueron prohibidas por Simón
Bolívar el 8 de noviembre de 1.828, con motivo de la conspiración septembrina.
La masonería colombiana tuvo su más grande descalabro cuando los liberales
moderados liderados por Rafael Nuñez se acercan al conservatismo en cabeza de
Miguel Antonio Caro, y luego de la guerra de 1.885 iniciada por el liberalismo
radical, triunfan, declaran desaparecida la constitución de Rionegro de 1.863,
y elaboran la Constitución conservadora de 1886, que duró 105 años, hasta que
fue derogada en 1991. Este hecho, o revés, es el origen de la primera
universidad de origen masón en Colombia: la Universidad Externado de Colombia.
En la época del republicanismo de 1.910 liderado por los conservadores antioqueños
(Carlos E. Restrepo), el acto legislativo de ese año morigera el radicalismo de
la Constitución de 1.886 y la masonería tiene un respiro. Benjamín Herrera,
masón y líder del liberalismo en la guerra de los Mil Días, fue protagonista de
primer orden para el éxito de ese republicanismo. Fue Herrera quien se hizo el
alma de la Universidad Libre desde 1.922 cuando era el jefe del liberalismo,
haciendo realidad el proyecto jurídico de 1.913 proveniente de la llamada
universidad Republicana que empezó a finales del siglo XIX. Esta es conocida
entonces como otra universidad de origen masónico.
El partido Conservador colombiano considerando el principio sociológico de
que la casi totalidad de los colombianos son católicos defendió el principio de
que la religión Católica es la religión “de la Nación; los poderes públicos la protegerán y harán
que sea respetada como esencial elemento del orden social” (Art 35 de la
Constitución de 1886). La Constitución de 1991 que derogó la Constitución de
1886 le quitó esa primacía a la religión Católica y afectó en consecuencia al
partido Conservador. Fue el partido Liberal colombiano entusiasta de la
constituyente de 1991. Es conveniente recordar la frase del gran maestro de la
Gran Logia de Colombia en Bogotá, Francisco Gómez Pinzón: “Hay que cambiar la
República del Sagrado Corazón de Jesús por la del Gran Arquitecto del
Universo”.
No puede dejar de recordarse que los masones fueron abiertamente
partidarios de la República española en 1930 y en consecuencia enemigos del
régimen nacionalista de Francisco Franco y obviamente de la Falange española, y
tampoco que la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín fue fundada por
los profesores y estudiantes conservadores de la Universidad de Antioquia como
reacción al régimen liberal anticlerical de la época y seguidores de la Falange
y de Franco en 1936. En ésta época se entiende nuevamente porque el pensamiento
de Bolívar, que había abjurado de su credo masón, se identifica a tal punto con
el conservatismo que da el nombre a la nueva universidad.
Laureano Gómez, jefe indiscutible del partido Conservador, comenzó sus
cuestionamientos a la masonería en 1910 cuando era representante a la Cámara
apoyando un proyecto de ley para suprimir las sociedades secretas. Aunque en
ese período la masonería sacaba cabeza nuevamente después del ostracismo que le
impuso el nacionalismo de Nuñez y Caro, desde el periódico La Unidad Laureano
Gómez la combatía. Como consecuencia de la abstención electoral ordenada por
Laureano Gómez en 1934, por falta de garantías, el Congreso se hizo
exclusivamente liberal y en consecuencia comienza un ataque a la educación en
manos de la Iglesia Católica a través de una reforma constitucional al punto
que el periódico El Siglo, dirigido por Gómez advirtió “Este ataque a fondo a
los sentimientos del pueblo colombiano es siniestro presagio de futuros males.
El laicismo y la masonería han triunfado plenamente.” (Thomas J. Williford.
Laureano Gómez y Los Masones, pag. 109).
La masonería ha sido fuerte en Cundinamarca y Bogotá, la costa atlántica, Cali,
Santander y Tolima, y muy débil en Antioquia y el viejo Caldas, casi inexistente,
salvo Pereira, bastión liberal del eje cafetero. El 25 de junio de 1949 en la
plaza de Berrío de Medellín, cuando afrontaba su campaña a la presidencia de la
República, dijo: “El basilisco era un monstruo que reproducía la cabeza de una
especie de animal, de otra la cara, de otra distinta los brazos, y los pies de
otra cosa deforme para formar un ser amedrentador y terrible del cual se decía
que mataba con la mirada. Nuestro basilisco camina con pies de confusión y de
ingenuidad, con piernas de atropello y de violencia, con un inmenso estomago
oligárquico, con un pecho de ira, con brazos masónicos, y con una pequeña
diminuta cabeza comunista, pero que es la cabeza. Y así tenemos que el fenómeno
mayor que ha ocurrido en los últimos tiempos, el 9 de abril, fue un fenómeno
típicamente comunista, pero ejecutado por el basilisco; la cabeza pequeña e
imperceptible lo dispuso, y el cuerpo lo llevó a cabo para vergüenza nacional”
El último nombramiento de magistrados de
la Corte Suprema de Justicia dio esta alta investidura, según comunicado de la
misma Corte de fecha septiembre 5 del 2013, a cinco (5) nuevos magistrados:
cuatro de ellos provenientes de universidades de origen masón: tres de la
Universidad Libre, y uno de la Universidad Externado de Colombia. No cuestiono
que haya magistrados masones, pero cuestiono que no haya equilibrio, mesura
entre las ideologías o compromisos de los magistrados, que no exista en las
altas dignidades del Estado ese justo medio, esa templanza de que hablaba
Platón en su República. Pero más cuestiono a ese Partido Conservador que se
deja manipular, que no se pronuncia, que ya ni sabe que fue lo del Basilisco, y
que abandonó su doctrina, por lo que cabe volver a imputarle lo que advirtió
ese egregio líder de origen ocañero, Laureano Gómez Castro cuando le responde
iracundo el discurso a Ospina Pérez de abril 11 de 1953: “¡Ay del Partido
Conservador si olvidando la doctrina se envenena con los personalismos! ¡Ay del
Partido Conservador si rompiendo sus tradiciones y disciplinas se deja invadir
por las estériles agitaciones politiqueras! ¡Ay del Partido Conservador si
entrega su destino a las mentes equidistantes que sin fé ni amor al ideal, en
los momentos de peligro, se repliegan al fiel de la balanza, como trinchera de
quietud y de sosiego!”
JULIO ENRIQUE GONZALEZ VILLA
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