miércoles, 14 de septiembre de 2011

Los 75 Años de la UPB. ¡Una deuda de la Iglesia con los Laicos!

Los 75 Años de la UPB. Una deuda de la Iglesia con Los Laicos.



A comienzos de la década de los años 30 del siglo XX una fiebre socialista se apodera del mundo: se instala la República en España, y el partido Liberal colombiano regresa al poder después de 44 años de ausencia. Ambos fenómenos políticos se compaginaron a la perfección. La Iglesia Católica, confundida como la aliada natural de la monarquía española y del partido Conservador colombiano, fue la gran afectada. Fue factor determinante de estos cambios la famosa crisis económica de 1929. El socialismo se había fortalecido en 1850, y se había cristalizado en las revoluciones mejicana y rusa entre los años 1910 y 1920.

El anticlericalismo llegó a extremos atacando el más profundo sentimiento católico del pueblo español y colombiano, afectando las tradiciones, al punto que se genera una reacción en sentido opuesto por parte de la oposición al nuevo régimen y, obviamente, si el liberalismo y el socialismo giraron a la izquierda, naturalmente el conservatismo en el caso colombiano, y la Falange en el caso español, se inclinaron a la derecha. Es la época del Frente Popular francés, impulsado por Manuel Azaña en España y Alfonso López Pumarejo en Colombia, que triunfa en 1936. Entre febrero y julio de 1936 se radicalizó la República española. Sólo durante esos meses se destruyeron y profanaron 411 templos católicos; se encarcela en marzo al jefe único de la Falange española José Antonio Primo de Rivera (fusilado por la República en el mes de noviembre de 1936); el jefe de la oposición monárquica, José Calvo Sotelo fue asesinado el 13 de julio de 1936;  todo esto desemboca en la guerra civil española el 17 de julio de 1936. En medio de la guerra los comunistas españoles eliminaron las autonomías, pues el Estado comunista debería ser unitario. Durante la guerra civil española se asesinaron 4.184 sacerdotes, 2.365 religiosos y 283 religiosas. El partido Liberal colombiano de la época apoyó con pasión la República española, y el partido Conservador el alzamiento de Franco, que finalmente triunfó.

El régimen liberal del Presidente López Pumarejo centralizó la educación superior al punto casi de refundar la Universidad Nacional; en comunicación a su ministro de educación, Luis López de Mesa, le dijo: “Los liberales tenemos muchas razones para no propugnar por la autonomía universitaria hoy, que somos Gobierno, a pesar de haberla pedido cuando estábamos en la oposición.”. Inexplicablemente la Universidad de Antioquia adhirió a estas consignas. La otrora famosa Escuela de Minas en Medellín, fundada desde 1887, fue aspirada literalmente por la Universidad Nacional en esta época de gobiernos liberales. Comenzó entonces a gestarse la idea de la necesidad de una universidad privada que no se dejara avasallar por los avatares de los gobiernos de turno y donde la ciencia primara sobre la política y la autonomía primara sobre la centralización.

El distanciamiento entre Laureano Gómez, jefe ya indiscutible del conservatismo, y Alfonso López Pumarejo, jefe único del liberalismo, fue total. Vale la pena recordar esta frase del presidente López: “Conviene que la juventud tenga el valor de aceptar el rótulo de socialista…”. Baste mencionar el pensamiento del periodista Alejandro Vallejo sobre el gobierno de Alfonso López en 1936: “Por primera vez, en la historia de los primeros de Mayo, fuera de Rusia y de Méjico, por primera vez el día consagrado por los trabajadores del mundo a dejar escapar sus protestas contra la opresión de los gobiernos burgueses, los trabajadores colombianos, liberales, comunistas y socialistas, fuimos a manifestarle confianza al presidente López, porque ha empezado a dar prendas de que su gobierno será el de los trabajadores”. Y en una entrevista que concedió López en el Espectador al periodista Alberto Galindo en 1937, dijo: “El otro punto de acuerdo reside en el hecho de que el partido en su totalidad se ha movido hacia la izquierda”, refiriéndose al partido Liberal. Otros jefes conservadores de la época que aglutinaron muchos jóvenes colombianos fueron Gilberto Alzate Avendaño y los llamados Leopardos, ambos seguidores de Laureano en 1936, aunque distanciados de él pero ya en 1937. El partido Conservador decretó la abstención desde 1934, de manera que, absolutamente todo el gobierno nacional, departamental y municipal estaba en manos del liberalismo colombiano socialista. Los constituyentes colombianos de 1936, todos liberales, tuvieron fuerte inspiración en la Constitución española de 1931. Esta sustancial reforma que estableció que la propiedad es una función social, fue sancionada el 5 de agosto de 1936. Era común a Laureano Gómez, a Los Leopardos (José Camacho Carreño, Augusto Ramírez Moreno, Joaquín Fidalgo Hermida, Silvio Villegas y Eliseo Arango) y a Gilberto Alzate Avendaño, su oposición feroz al socialismo. Este era su antítesis. Fue tal el estado de cosas que posteriormente Laureano Gómez promulgó la acción intrépida, y Silvio Villegas escribió en La Patria: No hay enemigos a la derecha.

La radicalización de las ideas políticas llega al paroxismo y se dá una polarización total entre izquierda y derecha. Era tal la fiereza de la lucha política que se llegaron a crear fuerzas de choque entre liberales y conservadores. La gran facultad de derecho del departamento de Antioquia era la de la Universidad de Antioquia, ente oficial controlado por el Gobernador de Antioquia que en ese momento era un agente del Presidente de la República, y adonde llegó la persecución ideológica al punto de que los estudiantes y profesores en número importante (78 estudiantes y 25 profesores) siente afectada su libertad de expresión y su libertad de cátedra. Estos, junto con profesores de la facultad de medicina, deciden crear una nueva universidad donde se sintieran cómodos para expresarse y aprender.

Pío XI (Aquiles Ratti) fortalece y promueve la Acción Católica, movimiento laico para defender a la Iglesia de los ataques totalitaristas del socialismo. En medio de la crisis de la Universidad de Antioquia, el asistente arquidiocesano de la Acción Católica en Medellín, padre Germán Montoya, convoca en el edificio Calpe a los Dres Braulio Mejía, Emilio Robledo, Luis E. Arango Pérez, Antonio Osorio, Alberto Bernal Nicholls, Dionisio Arango Ferrer, Braulio Henao Mejía, Juan Evangelista Martínez, Rafael Botero, Alfonso Restrepo Moreno, Bernardo Echeverri, Alfredo Cock, Félix Henao Botero y Cayetano Betancur, y discuten la idea de crear una universidad, para lo cual se crea un comité Pro Universidad, conformado por Rafael Botero, Bernal Nicholls, Arango Ferrer y Cock. (Acta # 1 de junio 2 de 1936)

El 7 de junio de 1936 ya Félix Henao Botero, quien era profesor de la facultad de derecho de la universidad de Antioquia, en presencia de varios representantes de la industria, el comercio y los gremios de abogados, médicos e ingenieros, citados por el Comité Pro Universidad, y ante la monumental obra de fundar una universidad en circunstancias tan poco propicias, dijo las severas palabras que dieron origen a la Bolivariana: “en Antioquia todo es posible.” (Acta # 2 de junio 9 de 1936). El 20 de junio se decide nombrar a los Dres. Gonzalo Restrepo Jaramillo y Alfredo Cock Arango para que visiten al Señor Arzobispo de Medellín (Tiberio de J. Salazar y Herrera) para inquirir su opinión sobre el proyecto y la forma en que él “contribuiría a su realización” (Acta # 3 de junio 20 de 1936). En la cuarta sesión del comité el Dr Alfredo Cock Arango informó que el Señor Arzobispo “veía con mucha complacencia las actividades en que éste Comité está empeñado; que desde el principio expresó al Dr Félix Henao Botero que él sería el primero en contribuir a esta obra.”, y se decide ya ejecutar el proyecto designando dos comisiones, una de “estatutos”  compuesta por Félix Henao Botero, Gil J. Gil,  Federico Vásquez Uribe, y Alfonso Restrepo Moreno; y otra “económica” compuesta por Gonzalo Restrepo Jaramillo, Alfredo Cock Arango, Manuel María Escobar, Ramón Echavarría, Luis Eduardo Arenas, y León Londoño.

 En la sesión del 30 de junio de 1936 (Acta # 5), se da cuenta en el acta, del temor del Arzobispo de Medellín “de que la Nunciatura Apostólica por instancias del Gobierno llegara a llamarle la atención, por creerse erradamente que se trata de una guerra a la universidad oficial” (Mensaje del Señor Arzobispo de Medellín al Comité Fundacional manifestando que la reunión general de los gremios que se tenía prevista no debe reunirse en el Palacio Arzobispal). En esta importante sesión se establece con claridad la independencia que tendría la Universidad Bolivariana de la Curia: “El Dr. Henao Botero se mostró partidario de que una junta elabore un plan de acción y lo someta al Ilustrísimo Señor Arzobispo para que lo bendiga; de que ese plan contenga el memorandum de razones por las cuales se funda la Universidad Católica, con la advertencia de que ésta quedará “exenta”, es decir autónoma en sus reglamentos, manejo de dineros, nombramientos, etc, sin depender de la Curia, la que solo intervendrá en caso de un grave error.” “El Señor Arzobispo podría intervenir indirectamente, respondió que por ejemplo nombrando Rector de una terna que se le presente.”. El gran Monseñor Felix Henao Botero, quien después fue Rector por más de 40 años, dejó en sus propias palabras, señalada, y en forma clara, la mentalidad confesional, pero laical, de la Universidad Pontificia Bolivariana.

Ante la dificultad de obtener los permisos civiles necesarios para el funcionamiento de la nueva universidad, y ante la cercanía con la iglesia católica antioqueña, por su clara confesionalidad como Católica, se determinó que “Respecto de la personería jurídica para la nueva universidad, se habló de que era obtenible del gobierno si ésta tomaba la forma de “corporación” y de que también el Arzobispo podría concedérsela de acuerdo con el concordato, por medio de un decreto que se hallaba listo a dictar”. Ante el hecho del retiro de la mayoría de los profesores católicos de la facultad de derecho de la Universidad de Antioquia, en esta importante reunión del 8 de septiembre de 1936, y dado que éstos ya estaban dando clases a sus alumnos porque de hecho ya el parto se adelantó, se decidió organizar en forma inmediata la universidad comenzando con la facultad de derecho (Acta # 8 del 8 de septiembre de 1936).



Paralelamente, un grupo de profesores: Julio Enrique Botero, Guillermo Jaramillo Barrientos, Félix Henao Botero, José Manuel Mora Vásquez, Fernando Gómez Martínez, Rafael Restrepo Maya, Alfredo Cock Arango, Alfonso Restrepo Moreno, José María Bernal, Jorge Ortiz Rodríguez, Juan Evangelista Martínez, Eudoro González Gómez, José Luis Molina, Cayetano Betancur, Bernardo Echeverri, José Roberto Vásquez y Francisco E. Tobar, que habían renunciado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia, instala las clases, y se pone en marcha la Facultad de Derecho y la Universidad Católica Bolivariana, pues expresaron que “Acerca de la formalización legal de la creación de la Universidad Católica, todos los concurrentes conceptuaron que la legislación nacional la permite ampliamente y asimismo los títulos que la universidad expida dentro de determinadas circunstancias.”  Y, en consecuencia designaron una comisión compuesta por los doctores Guillermo Jaramillo Barrientos, Félix Henao Botero, Alfredo Cock Arango y Alfonso Restrepo Moreno “para que entendiéndose con el Ilustrísimo Señor Arzobispo Dr. Salazar y Herrera y con el Presbítero Dr Manuel José Sierra, elaborasen la minuta de constitución de la Universidad Católica Bolivariana. (Acta de Instalación de septiembre 14 de 1936).

En esa sesión llamada Acta de Instalación se designó por unanimidad como Rector de la Universidad al Dr. Manuel José Sierra “y se dispuso comunicarle así a éste y al Excelentísimo Señor Arzobispo Doctor Salazar y Herrera, para que dictase el correspondiente decreto de nombramiento, si lo tenía a bién” 

El día 14 de septiembre de 1936, en presencia del Dr. Guillermo Jaramillo Barrientos, quien asistió a la sesión # 9 del Comité Fundacional, y quien va en representación de los profesores católicos de la facultad de derecho que habían renunciado  en la Universidad de Antioquia, “se dio lectura al decreto sobre constitución de la “Universidad Católica Bolivariana”, nombre con que será conocida en el futuro” (Acta # 9 del 14 de septiembre de 1936), identificando el ideario de Simón Bolívar con el conservatismo porque ya se había identificado a Francisco de Paula Santander con el liberalismo. Nació pues lo que es hoy la gran Universidad Pontificia Bolivariana. Después de éste último análisis de los laicos fundadores, con Monseñor Felix Henao Botero, se expide el Decreto Arzobispal el 15 de septiembre de 1936, dando origen formal a la Universidad.

Fue la Universidad Pontificia Bolivariana obra de los profesores y estudiantes de la Universidad de Antioquia, que desertaron masivamente de esa universidad por haberse dejado atrapar ésta por la ideología liberalizante, laicista y socialista del momento; obra cobijada y acuñada por la Iglesia Católica, que le permitió nacer al amparo del derecho canónico. Un gran puntal fue Félix Henao Botero, a quien ya se la han reconocido sus ejecutorias, pero se está en mora de hacerle un gran homenaje, muy especialmente, al Dr Alfredo Cock Arango. Debe hacer la Universidad Pontificia Bolivariana un reconocimiento especial a sus fundadores e impulsores laicos para mantener el espíritu fundacional: mentalidad laical por y para un humanismo cristiano.



Julio Enrique González Villa

Profesor de Facultad de Derecho

sábado, 3 de septiembre de 2011

¿Qué pasó en la Facultad de Derecho de la UPB?


Qué está pasando en la Facultad de Derecho de la UPB





Sábado, 16 de julio de 2011





Respetados Sres.

Dr. Jesús Vallejo Mejía

Pbro Eugenio Fenoy



Lo primero que quiero manifestar es que la Universidad Pontificia Bolivariana nació por su Facultad de Derecho, la que surge en 1936. Es entonces la Escuela de Derecho el faro que tiene que guiar las naves del pensamiento en las tinieblas y brumas que podrían hacerlo zozobrar si no se tiene la luz y los puntos cardinales necesarios para una navegación segura a través de teorías falaces o destructoras.

Lo segundo, la Facultad de Derecho de la UPB nació esencialmente laica, que es distinta a anticlerical, pues surgió por la inconformidad de varios profesores y estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia, con la forma como se estaba politizando esa escuela. Recordemos que en 1936 en Colombia se estaban generando muchos cambios sociales, políticos y jurídicos, por el régimen socializador y anticlerical que se vivió en el gobierno de Alfonso López Pumarejo. Baste recordar sus Frentes Populares inspirados en la República española, a su vez con inspiraciones en las revoluciones mejicana y rusa.

Si mi memoria no me falla, un reconocido egresado de la Facultad de Derecho de la UPB, el Dr. Fernando Mora Mora, decía con mucha sabiduría que la Facultad de Derecho de la UPB nació por y para la Iglesia. En razón de las dificultades para lograr la aprobación y puesta en marcha de la nueva facultad de derecho, los fundadores resolvieron visitar al Señor Arzobispo de Medellín, para que aprovechando el concordato vigente con la Iglesia se hiciera la fundación de la nueva Institución, que fue lo que se hizo. Nació entonces por la Iglesia. obviamente la Iglesia en 1936 estaba mas cerca del partido conservador que del liberal, por el marcado anticlericalismo de este partido en esos tiempos. En razón de ello nace una universidad que confiesa un pensamiento Católico. La Bolivariana nace entonces para la Iglesia.

Por lo explicado, es natural que dentro de la Universidad haya una tolerancia de ideas, una libertad de cátedra, pero tampoco debe hacerse enaltecimientos de personas que vayan en contravía del pensamiento Católico.

La Facultad de Derecho, lamentablemente, en los últimos momentos no ha sabido interpretar todos estos antecedentes y con ligereza ha propuesto distinciones, eventos, y foros, para y con personas que no reflejan la orientación Católica.

Lo que es más increíble es que no sea de las mas altas jerarquías de la universidad que se hagan estas consideraciones, sino que las mismas tengan que venir de sus mismos profesores y estudiantes. Lo anterior demuestra la crisis institucional de la misma Iglesia.

Ojalá que se cambie el rumbo de la Facultad de Derecho de la UPB en forma radical, y rápida, antes que ocurra un evento similar a la que dió origen a esta universidad en 1936. Que la celebración de estos 75 años de vida de nuestra Facultad no se conviertan en el entierro de la misma son nuestros votos.



Julio Enrique González Villa

Profesor Titular de la Facultad de Derecho de la UPB

Egresado de la Facultad de Derecho en 1983

La Carta al Rector de la UPB del 25 de julio del 2011


Medellín, julio 25 del 2011





Monseñor

Luis Fernando Rodríguez Velásquez

Universidad Pontificia Bolivariana

Rector General





Muy respetado Señor Rector:





He leído y meditado con muchísima atención su comunicación que recibí vía correo electrónico el lunes 18 de julio del presente. Su mensaje me lleva a hacer algunas consideraciones que quiero compartir con Usted:





  1. Creo que los honores, y, en especial, los grados "Honoris Causa", se deben dispensar a personas que, además de sus méritos académicos y científicos, se hayan destacado por haber puesto sus esfuerzos y conocimientos para la realización de los valores que constituyen la misión y visión de la Universidad. Que se sepa, para discernir al profesor Robert Alexy el doctorado Honoris Causa, no se han analizado sus realizaciones bajo esta óptica.



El profesor Robert Alexy es uno de los voceros del llamado Nuevo Derecho que está imponiendo la Sra. Decana de nuestra querida facultad a como dé lugar.



Aprendí desde mis épocas cuando estuve de director jurídico en Cervecería Unión S.A. y cuando realicé mi Magíster en Administración en la Universidad EAFIT, que cuando se tiene un producto exitoso, éste no se puede cambiar sustancialmente. Pues bien, el abogado egresado de la facultad de Derecho de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín es un excelente producto elaborado con un talante especial. Ejemplo de ello fueron los Doctores Samuel Muñoz Duque, Jorge Molina Moreno y Darío Múnera Arango, entre muchos otros, todos presidentes de las empresas más reconocidas del País: Compañía Nacional de Chocolates, Suramericana y Coltabaco.



La formación impartida en las aulas de la facultad de derecho de la U.P.B. es reconocida a través de los años desde las épocas del profesor Miguel Moreno Jaramillo, Lucrecio Jaramillo Vélez, Samuel Barrientos Restrepo, David Córdoba Medina, Ignacio Moreno Peláez, José Luis López; continuó con Luis Gabriel Botero Peláez, Ignacio Mejía Velásquez, Jesús Vallejo Mejía, Enrique Gaviria Gutiérrez, Jairo Escobar Padrón; hasta hoy con Javier Tamayo Jaramillo, Carlos Jaramillo Restrepo, Ignacio Sanín Bernal; todos los anteriores entre muchos otros de los maestros que han dejado su impronta en el carácter del abogado bolivariano.



Para Robert Alexy es común la colisión entre principios normativos, para lo cual propone su solución optimizando los principios (buscar su máxima realización posible) a través de lo que llama la ley de la ponderación. Esto implica el principio de proporcionalidad con sus 3 subprincipios: idoneidad, necesidad y proporcionalidad en sentido estricto. (Tres Escritos Sobre los Derechos Fundamentales; Robert Alexy; Tercera Parte. Sobre la Estructura de los Principios Jurídicos; Universidad Externado de Colombia; Serie de Teoría Jurídica y Filosofía del Derecho # 28; Bogotá, 2003, pág. 101)



Pues bien, las teorías de Robert Alexy han sido tenidas en cuenta por la Corte Constitucional Colombiana en la sentencia en que despenaliza el aborto en Colombia. Para una ilustración literal, me permito transcribir sólo algunos apartes de la misma:



“En conclusión, el legislador penal cuenta con un amplio margen de configuración en materia penal, pero dicho margen encuentra sus principales límites en los derechos constitucionales, dentro de los cuales se destacan la dignidad humana, el libre desarrollo de la personalidad, y la salud en conexidad con la vida y la integridad de las personas. Como sobre tales derechos, del bloque de constitucionalidad no se deriva un mandato determinante para la solución de los problemas jurídicos planteados en este proceso, es necesario aplicar un juicio de proporcionalidad para decidir en qué hipótesis el legislador penal, con el propósito de proteger la vida del nasciturus, termina afectando de manera desproporcionada los derechos de la mujer y transgrediendo los límites dentro de los cuales puede ejercer el margen de configuración.”…“Llevar el deber de protección estatal a la vida en gestación en estos casos excepcionales hasta el extremo de penalizar la interrupción del embarazo, significa darle una prelación absoluta a la vida en gestación sobre los derechos fundamentales comprometidos de la mujer embarazada, especialmente su posibilidad de decidir si continúa o no con un embarazo no consentido. Una intromisión estatal de tal magnitud en su libre desarrollo de la personalidad y en su dignidad humana, privaría totalmente de contenido estos derechos y en esa medida resulta manifiestamente desproporcionada e irrazonable. La dignidad de la mujer excluye que pueda considerársele como mero receptáculo, y por tanto el consentimiento para asumir cualquier compromiso u obligación cobra especial relieve en este caso ante un hecho de tanta trascendencia como el de dar vida a un nuevo ser, vida que afectará profundamente a la de la mujer en todos los sentidos.” (Sentencia C 355 del 2006)



El profesor Alexy, como tantos pregoneros del nuevo derecho, centran su discurso en la mera racionalidad sin ningún recato por la Ley Eterna. Se podría afirmar que para ellos la moral general para el Estado no existe, sino que cada persona encuentra su propia moral, por lo que se termina prohijando conceptos como el aborto, el matrimonio entre homosexuales, etc… destructores todos ellos de la institución más sagrada para el Estado: la familia. Me sorprende como hasta un pagano como Marco Tulio Cicerón dijera en su República que “Tampoco Cartago hubiera tenido tanta fuerza durante casi seiscientos años sin un buen gobierno y una moral. De no existir esta natural tendencia de valor, nunca les hubiera liberado del asalto..” (Marco Tulio Cicerón; Sobre la República; Los Clásicos de Grecia y Roma; Planeta De Agostini; España, 1998, Pág. 34).



¿No debería una universidad Pontificia enaltecer más bien el concepto de derecho natural y moral prescrito por Aristóteles y Santo Tomás? En vez de hacérsele un reconocimiento al profesor Alexy, por qué no se ha traído y enaltecido más bien a los grandes filósofos del derecho católicos cómo: Javier Hervada de la Universidad de Navarra, o John Finnis de la Universidad de Oxford, o Carlos Massini Correas de la Universidad de Mendoza? ¿Por qué no se enseñan en nuestra facultad a los grandes filósofos del derecho católicos contemporáneos como: Rodolfo Vigo, Georges Kalinowski, Sergio Cotta, Michel Villey, con la misma intensidad con que se ha enseñado a Alexy, Habermas, etc…?



A un evento como el que se está preparando para conmemorar los 75 años de existencia de nuestra Facultad, ¿por qué no se invitó a la gran reserva jurídica y moral que tuvo nuestra Facultad durante tantos años, como lo es el Dr. Otto Morales Benítez e inclusive al Dr. Belisario Betancur por su importancia al haber sido Presidente de la República, o al Dr. Hernando Londoño Jiménez ex constituyente; o a los Dres. Gustavo Gómez Velásquez, Edgar Saavedra Rojas, Jorge Aníbal Gómez Gallego, todos ellos ex magistrados de la Corte Suprema de Justicia para honor y honra de nuestra facultad, entre muchos otros? También se debió invitar al profesor Javier Tamayo Jaramillo quien ha estado dando una dura batalla contra los conceptos arbitrarios del llamada nuevo derecho, concepto éste que ha dado lugar a lo que otros llaman la tiranía de la toga. ¿Por qué se escoge Cartagena para conmemorar semejante acontecimiento, cuando es la ciudad de Medellín la llamada a exigir un evento de esa naturaleza?



Todo esto no obedece más que a la falta de criterio y formación, por lo que se caracteriza la dirección actual de nuestra facultad; alma mater, que no podríamos nunca olvidar.





2.    Bien conoce Ud., Sr. Rector, las inquietudes y preocupaciones de un buen grupo de profesores de la Facultad de Derecho de la Universidad con la orientación y forma como se conduce la Facultad de Derecho.



No considero que sea necesario reiterar algo que Ud. conoce tan bien y desde hace largo tiempo.



El desconocimiento que Ud. manifiesta tener sobre los docentes de la Universidad es explicable, pero, no se puede pretender que sean los mismos profesores quienes deban dar esta información a la Rectoría.



Considero que los decanos y los consejos de facultad deben ser lo que Ud. acertadamente denomina "filtros", pero reflejando el pensamiento bolivariano.



La Universidad es una institución jerarquizada y, por ello, la gran responsabilidad recae en sus máximos órganos -Rectoría y Consejo Directivo-. Los decanos son subordinados cuya actuación debe estar sujeta a sus superiores.



Vale la pena recordar dos conceptos de responsabilidad: "Culpa in Eligendo" y "Culpa in Vigilando". Compromete su responsabilidad quien yerra eligiendo a quien no resulta competente para el cargo y, también compromete su responsabilidad quien no vigila la forma como el subordinado ejercita las funciones atribuidas.



No creo que aporte algo reiterar a Ud. las razones en que se funda el desasosiego que muchos profesores tienen con respecto a la Facultad. Ud. las conoce y además tiene pruebas de algunos de esos hechos. Baste mencionar la grabación que tiene en su poder.



Pide Ud. paciencia. Esa solicitud me lleva a una pregunta: ¿a cuál de las acepciones de la palabra paciencia se refiere?



Lo anterior porque el Diccionario de la Real Academia de la Lengua trae varias de las cuales cuatro serían aplicables, con consecuencias muy distintas en cada una de ellas:



¿Será la virtud de sufrir sin perturbación de ánimo estos infortunios?



¿Será el ejercicio de la virtud que se opone a la ira? Hasta el momento se ha ejercitado. No se conocen accesos de ira de ninguno de los inconformes.



¿Será espera y sosiego en las cosas que se desean mucho? Esta se tiene y se ha practicado. Se desea con ardor que la facultad no se salga del cauce que debe tener.



¿Será lentitud o tardanza en las cosas que se debían ejecutar prontamente? Lo que se debe ejecutar para ordenar lo que se considera desordenado no está en manos de los profesores sino de la Directivas y me atrevo a sugerir que no debe haber en ésto paciencia pues el tiempo en nada ayuda.



Señor Rector: que su indulgencia para con la dirección actual de la Facultad no resulte aún más lesiva que la situación por la que atraviesa, es tanto el mío como nuestro mayor deseo.



Cuando uno ama una Institución como la Universidad Pontificia Bolivariana, porque mi madre es egresada de la Facultad de Trabajo Social en 1957, yo estudié la primaria en el Colegio de la U.P.B, estudié mi pregrado de abogado en la Facultad de Derecho, obtuve dos títulos de especialista en Derecho Comercial y Derecho Administrativo, y llevo dando clases durante más de 20 años habiendo llegado a ser Profesor Titular, se obliga a decir la verdad sin miramientos y sin temor a las consecuencias, porque por encima de todo está el bien de esa querida y amada Facultad de Derecho de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín.





Reciba mi respetuoso saludo,







Julio Enrique González Villa

Profesor Titular de Derecho Ambiental

Egresado de la Facultad de Derecho de la U.P.B en 1983

En Defensa del General Nariño


En Defensa del General Nariño



Como entusiasta de la historia comencé a ser asiduo televidente de la novela llamada La Pola porque presuntamente iba a mostrar los acontecimientos que sucedieron en nuestra patria entre los primeros 25 años del siglo XIX, teniendo como figura central a Policarpa Salavarrieta.

Cual no sería mi sorpresa cuando en la novela televisiva muestran amores entre la señora del General Antonio Nariño, Sra Magdalena Ortega, y Don Jorge Tadeo Lozano, fruto de los cuales nacerían dos hijas.

Inmediatamente me dí a la tarea de buscar en todos los textos históricos que tuve a mi alcance y por parte alguna se hablaba de ello. Todo lo contrario, encontré comentarios sobre la virtud y el señorío de Doña Magdalena Ortega de Nariño.

Recordé una muy buena biografía sobre Antonio Nariño, que había leído hacía ya muchos años, escrita por Enrique Santos Molano, y volví a leerla toda.

Me encontré un Apéndice titulado Sobre las Hijas de Nariño y allí está demostrada la falsedad, la superficialidad y la injuria cometida contra Don Antonio Nariño, contra Doña Magdalena Ortega, contra sus hijos e hijas, y contra toda su descendencia, además contra Don Jorge Tadeo Lozano, su señora esposa y toda su descendencia.

Resulta que una seudohistoriadora denominada Carmen Ortega Ricaurte escribió un artículo denominado Sobre las Hijas de Nariño en 1996 y ese artículo fue el soporte para que el Director de la novela decidiera que ello fue así, sin importar las consecuencias.

Con motivo de esa injuria, el presidente de la Sociedad Nariñista de Tunja, anunció una denuncia por calumnia “por el honor de una mujer que vivió hace más de 200 años”.

Toda la hipótesis de la Sra Carmen Ortega la fundó sobre la percepción que ella tiene de un cuadro pintado por Joaquín Gutiérrez y que se exhibe en el museo del 20 de Julio en Bogotá.

Según Doña Carmen ese cuadro presenta a una mujer en estado de gestación con un niño en brazos y un medallón en el cuello. Dice Doña Carmen que el medallón representa la imagen de Jorge Tadeo Lozano, y que se fijó en él porque en su parecer la pintura había sido alterada y se había ocultado el medallón.

Después dijo Doña Carmen que ese cuadro le hablaba, lo que le permitió llegar a la conclusión que las hijas de Nariño no eran de él, porque él estaba preso cuando fueron concebidas, que por lo tanto era de Don Jorge Tadeo Lozano.

Todo este escándalo generado por las hipótesis de Doña Carmen Ortega Ricaurte se dio entre 1995 y 1996 y las publicó en El Tiempo. Posteriormente El Tiempo volvió a hablar del tema en abril 1 del 2001, en un artículo de Liliana Angélica Martínez.

Recomiendo leer el Apéndice de Enrique Santos Molano (Antonio Nariño. Filósofo y Revolucionario. Editorial Planeta, Bogotá, 1999, Pag. 589 y ss).

Santos Molano explica muy bien que Nariño no era cualquier preso, pues era miembro de una de las familias más distinguidas de Bogotá, muy reconocido, muy influyente, y que por tal motivo, muy seguramente se le permitieron visitas a su celda a su señora esposa, por un lado, y por el otro lado, no existe ningún documento que diga que la dama del cuadro es Doña Magdalena Ortega sino mas bien es la Señora esposa de Jorge Tadeo Lozano (Léase lo dicho por la genealogista Beatriz Barón de Blanco).

Deben rechazarse hipótesis no demostradas y más cuando con las mismas se afecta la honra de personas que, aunque desaparecidas, no dejan de tenerla para la posteridad y para su descendencia.

Es irresponsable una producción televisiva como la presentada por el canal RCN en la cual se le dio plena credibilidad a la febril imaginación de Doña Carmen Ortega Ricaurte, a quien le hablaba un cuadro.

Julio Enrique González Villa