Carta Abierta al Profesor Juan Antonio García Amado
Medellín, agosto 7 del 2011
Señor Profesor
Juan Antonio García Amado
España
Respetado Señor Profesor:
He leído con atención su artículo denominado “Nuevo Esperpento Académico: El Rectorado de la UPB Cancela el Nombramiento de Robert Alexy como Doctor Honoris Causa”, y me veo obligado a hacerle algunos comentarios:
1- En primer lugar, dice usted que la UPB había organizado un evento “pocas veces visto en aquellos pagos”, refiriéndose al acto previsto en Cartagena de Indias.
Doctor García Amado, “por estos pagos” han pasado eminentes profesores y el profesor Robert Alexy sería una honrosa visita, pero un episodio más.
Debo decirle que la sede principal de la UPB es la ciudad de Medellín, que creo usted conoce, y un evento académico de la naturaleza del que parece se iba a celebrar no tenía por qué perdérselo la ciudad madre de la Universidad.
El valle de Aburrá, donde está ubicado Medellín, tiene 4.000.000 de habitantes y es una región próspera, con muchísimas universidades, empresas, instituciones de toda clase y con excelentes instalaciones para hacer los congresos académicos que se requieran.
No sólo la Universidad Pontificia Bolivariana, sino todas las otras universidades del valle de Aburrá, que pueden ser más de 30 universidades, han hecho eventos académicos en gran escala, por lo que no es cierto que un evento de la envergadura del que iba a celebrarse en Cartagena, fuese “un encuentro pocas veces visto por aquellos pagos”.
Nunca la UPB había seleccionado la ciudad de Cartagena para hacer congresos y ahora había resuelto su exdecana hacerlo allí. Me asalta mi primera duda: ¿Fue exigencia del profesor Robert Alexy para venir a Colombia? Esta respuesta la da usted mismo en su artículo: “A la invitación que se le cursó respondió Alexy, según mis informantes, con dos peticiones: …que el acto correspondiente tuviera lugar en Cartagena de Indias.”
Debo recordarle a usted que Cartagena de Indias es una bella ciudad turística, pero que está a 1 hora en avión de la ciudad de Medellín y a 12 horas en carro.
¿Desde cuándo para un evento organizado en “estos pagos”, el invitado exige que se haga en una ciudad determinada, lejos de la ciudad natural de la universidad, y la universidad se pliega a estas exigencias? No conozco precedentes y considero inadmisible que un personaje de la academia, por importante que sea, como reconozco que lo es el profesor Alexy, exija que un evento al que es invitado se celebre donde él quiera.
Imagínese usted que una universidad de Madrid otorgase un Honoris Causa y el homenajeado exija que se le entregue en Barcelona; y no me quiero imaginar lo que ocurriría si una universidad de Barcelona lo otorga y el homenajeado exige que se le entregue en Madrid.
2- En segundo término, al leer su blog, me encuentro con la segunda sorpresa: que la Universidad Pontificia Bolivariana no había decidido, después de un análisis cuidadoso, serio, pausado, darle el doctorado Honoris Causa al profesor Robert Alexy.
Ahora resulta, y nos queda claro, por su información en su artículo, que el profesor Alexy lo exigió. Dijo usted: “A la invitación que se le cursó respondió Alexy, según mis informantes, con dos peticiones: que se le diera el doctorado honoris causa”.
En mi cabeza provinciana de este “modesto pago”, no me cabe que un académico de los quilates del profesor Robert Alexy le exija a la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín un doctorado Honoris Causa, para atender una invitación a dar una conferencia.
Quien fuera un maestro nuestro, dijo en su momento: los honores no se buscan, se disciernen; consecuente con ello, la entidad que los confiere debe buscar que quien los reciba honre el honor con que se le honra. Para que ello ocurra en nuestra universidad es porque el honrado enaltece los valores fundantes de ésta, y no porque de su parte lo exija.
¿Qué hay detrás de todo esto?
En fin, lo que parecía un gran evento académico, en donde tiene que primar la generosidad, el desinterés, el repartir conocimiento, la espiritualidad, porque eso es la academia, y eso es lo que enaltece a un académico, ¿se convirtió en una negociación?: “do ut des”.
Esto no se había visto “en estos pagos”, y ¡no estoy de acuerdo!, y expreso ante usted y ante el mundo académico mi rechazo y siento mi voz de protesta, aunque reconozco que soy un modesto abogado y profesor de provincia. Y me resisto a su conclusión: “contra el vicio de invitar está la virtud de pedir”.
3- En tercer término, usted menciona que “con fecha 23 de julio, un profesor se (sic) de Derecho de la mencionada universidad dirige al rector una carta…En esa carta, por cierto, hay unos cuantos errores ortográficos y el nombre del profesor alemán se escribe varias veces de modo incorrecto.”
Introduce usted, de entrada, una incompetencia a ese profesor por tener “unos cuantos” errores ortográficos y haber escrito incorrectamente en varias oportunidades el apellido del profesor Alexy.
Pues bien, ¡yo soy ese profesor!
Y este modesto profesor de provincia antioqueña (porque Medellín es la ciudad capital de una región que podríamos llamar “provincia” llamada Antioquia), quiere precisarle respecto a esto unas cuantas cosas:
a) No he dirigido ninguna carta al señor rector de la UPB con fecha 23 de julio del 2011. Esa carta no existe.
b) Sí elaboré y dirigí y entregué en la rectoría de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín una comunicación al Señor Rector de esa Universidad, pero el día 25 de julio del año en curso.
c) La comunicación suscrita por mí reposa en la rectoría de la Universidad, está con sello de recibo, y en ella se puede constatar que no existe ningún error de ortografía (lea usted bien: ¡ninguno!) y en ninguna parte de esa comunicación está mal escrito el apellido del profesor Alexy.
d) La comunicación que usted en su blog dice que es mía, es una transcripción amañada de la mía que sí entregué. A esa comunicación, que usted me imputa, le faltan datos, palabras, frases, que están en la verdadera, y le sobran datos, palabras y frases que no están en la verdadera.
e) En conclusión: su punto de partida no se compadece con la realidad y amerita una retractación pública de su parte, como distinguido y reconocido académico que es. Para mí es seguro que sus informantes abusaron de su buena fe.
4- Ahora, entrando en materia: el asunto no es si el profesor Alexy es merecedor de un doctorado Honoris Causa. En mi concepto, claro que lo es, pues es uno de los más grandes filósofos del derecho contemporáneo. La pregunta es: ¿Debería ser invitado por una Universidad como la UPB para ser distinguido con el Doctorado Honoris Causa? Mi respuesta es negativa en cuanto a lo que implica para una Universidad hacer esta distinción, pues la misma conlleva el poner a esa persona y a sus ideas como paradigma a seguir. Ahí es donde advierto que el profesor Alexy con sus teorías, respetables por demás, aunque pueden encajar en algunas formas de moralidad, no encajan plenamente con el ideario de una moral cristiana. Lo anterior, adicional a lo ya dicho de la impertinencia de que él exigiese esa distinción para venir a la UPB.
5- Por último, la Señora exdecana funge ahora como víctima de lo que ella llama censura, o violación a la libertad de expresión, o violación a la libertad de cátedra; sin embargo, ella no le ha transmitido a usted ni a los medios la realidad de la Facultad de Derecho de la UPB durante su administración: ella hizo expulsar de su cátedra al profesor Alejandro Duque, simplemente porque la cuestionaba; ella persiguió a uno de los mejores estudiantes de la Facultad hasta obligarlo a pedir traslado a otra universidad, porque él había elaborado un blog en que también la cuestionaba (caso Alejandro Echavarría); ella le quitó la cátedra de Teoría Constitucional al profesor Jesús Vallejo Mejía, exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia, profesor de esa materia durante 30 años, y tratadista, sin que haya habido motivación clara, sabiéndose sí que era contrario a las tesis del llamado nuevo derecho, tan afecto éste a los idearios de la exdecana; ella presionó la salida del coordinador de la especialización de derecho procesal, y profesor de Teoría del Proceso y Teoría del Derecho, profesor Alejandro Ochoa Botero, informándole a los estudiantes motivaciones ajenas a la realidad; ella, además, presionó la salida del profesor Francisco Gil, quien era el coordinador del área de derecho público, exponiéndole también a los estudiantes informaciones ajenas a la realidad; ella le quitó la cátedra de familia a la profesora Beatriz Arcila Salazar, sin explicación alguna; ella censuró al profesor Jorge Contreras por colaborar con la divulgación de un evento académico que ella no organizó y que era dirigido por sus contradictores; ella me quitó mi cátedra de Derecho Civil Bienes, sin explicación alguna; ella canceló una actividad académica que previamente había aprobado, programada por el profesor Carlos Jaramillo Restrepo, al parecer por cuanto se indispuso con el profesor que iba a dictar el curso, arguyendo no recordar su aprobación; y así muchos casos más. Todo esto que ella hizo: ¿acaso no es violatorio de la libertad de expresión? ¿no es violatorio de la libertad de cátedra? ¿no es censura velada?. Entonces, el debate se debe centrar: con la idea de imponer una determinada forma de pensar el derecho la exdecana ha violado el más sacrosanto de los derechos: la libertad. Por eso su renuncia es bienvenida para mí, y para muchos otros que, desde tiempo atrás, hemos sido conscientes de la falta de transparencia con que la exdecana dirigió la Facultad.
Y, para comenzar una sana discusión que me permito proponerle sobre la Ley Eterna, que usted parece circunscribir a los cánones eclesiásticos, veo oportuno citar a Cicerón cuando textualmente expresa:
“La verdadera ley es una recta razón, congruente con la naturaleza, general para todos, constante, perdurable, que impulsa con sus preceptos a cumplir el deber…Tal ley, no es lícito suprimirla, ni derogarla parcialmente, ni abrogarla por entero, ni podemos quedar exentos de ella por voluntad del senado o del pueblo, ni debe buscarse un Sexto Elio que la explique como intérprete, ni puede ser distinta en Roma y en Atenas, hoy y mañana, sino que habrá siempre una misma ley para todos los pueblos y momentos, perdurable e inmutable; y habrá un único dios como maestro y jefe común de todos, autor de tal ley, juez y legislador,…” (Sobre la República, Marco Tulio Cicerón, Libro III, Planeta DeAgostini, Los Clásicos de Grecia y Roma; Pag 137; España, 1998).
Observe usted respetado profesor que la Ley Eterna no es la Ley eclesiástica. Otra cosa muy diferente es que la Iglesia haya verificado la solidez de esos pensamientos clásicos y sobre ellos haya edificado su obra. Tomás de Aquino basó su obra en Aristóteles; Cicerón fue el gran difusor de Aristóteles en el mundo latino.
En mi opinión, sería deseable que una universidad como la Bolivariana de Medellín, teniendo en cuenta su identificación como Pontificia, le hiciese unos estudios especiales, no únicos, a iusnaturalistas católicos y también a los iusfilósofos no católicos, pero sin excluir a los primeros, que es lo que está ocurriendo, lo cual nunca tuvo en cuenta la exdecana de la Facultad de Derecho.
Queremos libertad, pero en todos los sentidos. Lo que yo veo en este interesante, pero mal planteado debate, no es que haya habido censura, y yo jamás la pediría; lo que se evidencia es una falta grave de deslealtad con una institución por cuenta de la exdecana.
Tal vez todo lo afirmado por usted se explica por la rapidez de su pronunciamiento. Vale la pena entonces recordar esta anécdota: Preguntado Deng Xiaoping por su opinión sobre la Revolución Francesa manifestó que era un acontecimiento demasiado reciente para tener una opinión clara sobre él. El conflicto de la UPB no es la Revolución Francesa, pero una hora tampoco son 200 años.
Dejadas puntualizadas las anteriores consideraciones, para mí es muy grato continuar leyéndolo, y espero tener algún día el placer de conocerlo personalmente para conversar sobre estos y otros temas en compañía de un buen café colombiano.
Reciba usted mi respetuoso saludo,
Julio Enrique González Villa
Profesor Titular Derecho Ambiental
Doctor en Derecho
U.P.B.
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